Hoy fui a mi primer entrevista de trabajo. La cita fue a las 4:30 en la calle de Durango a contraesquina del Palacio de Hierro. Debido a las constantes advertencia s acerca de la escasez de estacionamiento en la colonia Roma, decidí utilizar el camioncito del ITAM y el tranporte colectivo de la Ciudad de México, en específico: el Metro. Aquí podría anexar un ensayo que hizo Roberto acerca de su experiencia utilizando el Metro del CIDE a su casa, es muuuy bueno. Algún día lo pondré... Pero regresando al tema: Salí a las 3:20 del ITAM, después de degustar unos deliciosos tacos de canasta patrocinados por las representaciones aspirantes al poder.
El viaje en el camión de nuestra H. Institución duró 10 minutos hacia el Metro Barranca del Muerto y con la ambientación de Universal Stereo comenzó esta aventura: Bajé del camión y me dirigí hacia la estación. Tras pasar entre innumerables puestos de antojitos y garnachas, por fin encontré la entrada, la cual estaba tapizada de vendedores de discos y DVDs piratas. Entré y me dispuse a cómodamente utilizar ese adelanto tecnológico que haría mi descenso agradable y placentero: las escaleras eléctricas. ¡Cuál fue mi sorpresa al ver que éstas estaban en reparación! ¡Cómo si no fuera suficiente que estuviera subiendo y bajando escaleras todo el día en el ITAM! Ni modo, bajé a patín todas las escaleras hacia el andén, mientras más bajaba, más se enrarecía el ambiente y más subía la temperatura. ¡Y yo que iba disfrazado de casi licenciado! Casi, porque mi orgullo ingenieril me impidió ponerme saco y corbata.
Por fin ingresé al vagón, agradeciendo que la estación en cuestión fuera terminal. Poco a poco fueron pasando las estaciones: Mixcoac, San Antonio, San Pedro de los Pinos y Tacubaya. Ahí recordé las palabras de Julieta:
Entonces caminé hacia la intersección Durango-Salamanca. Perfecto, estaba del lado correcto de la acera:
Pequeño detalle, el Palacio de Hierro ocupa una manzana entera, es decir, posee CUATRO contraesquinas. Bueno, dos descartadas, entonces sólo quedaba una. Hacia allá me dirigí y, una vez localizado el lugar, esperé a las 4:30.
Las 4:30: Toqué y, esperando respuesta por el interfón, me sorprendió una voz que claramente no venía del curioso aparatillo que no tengo en mi casa.
Y así emprendí el regreso al ITAM por la misma ruta. Sólo que al chofer del Metro se le ocurió parar en una estación 5 min., cuya consecuencia fue que llegando a Barranca, tuviera que correr del vagón al camioncito para llegar justo antes de que arrancara. Viendo estrellitas, mareado y con sed, regresé a mi Alma Mater II (la I es el Alemán).
Y así termina este largo, laaargo, largo, laaargo, largo relato.
El viaje en el camión de nuestra H. Institución duró 10 minutos hacia el Metro Barranca del Muerto y con la ambientación de Universal Stereo comenzó esta aventura: Bajé del camión y me dirigí hacia la estación. Tras pasar entre innumerables puestos de antojitos y garnachas, por fin encontré la entrada, la cual estaba tapizada de vendedores de discos y DVDs piratas. Entré y me dispuse a cómodamente utilizar ese adelanto tecnológico que haría mi descenso agradable y placentero: las escaleras eléctricas. ¡Cuál fue mi sorpresa al ver que éstas estaban en reparación! ¡Cómo si no fuera suficiente que estuviera subiendo y bajando escaleras todo el día en el ITAM! Ni modo, bajé a patín todas las escaleras hacia el andén, mientras más bajaba, más se enrarecía el ambiente y más subía la temperatura. ¡Y yo que iba disfrazado de casi licenciado! Casi, porque mi orgullo ingenieril me impidió ponerme saco y corbata.
Por fin ingresé al vagón, agradeciendo que la estación en cuestión fuera terminal. Poco a poco fueron pasando las estaciones: Mixcoac, San Antonio, San Pedro de los Pinos y Tacubaya. Ahí recordé las palabras de Julieta:
Seeeeersh, te bajas en Tacubaya! Ahí transbordas a la línea rosa.Y a la línea rosa transbordé. Desfilaron otras estaciones: Juanacatlán, Chapultepec y, por fin, SEVILLA!!! Esa era mi estación. Bajé del vagón y salí de la estación. ¡Rayos, eran las 4 de la tarde y yo estaba a dos cuadras de mi destino! Es bien sabido que es tan de mala educación llegar tarde, como llegar muy temprano.
Entonces caminé hacia la intersección Durango-Salamanca. Perfecto, estaba del lado correcto de la acera:
"Durango 217, contraesquina del Palacio de Hierro", leí en mi papelito. "Muy bien, en la contraesquina estoy. Ahora... Momento... ¡¡¡Durango 265!!! ¡¡¡CHANFLE!!! ¡¡¡Pero si es la contraesquina!!!"
Pequeño detalle, el Palacio de Hierro ocupa una manzana entera, es decir, posee CUATRO contraesquinas. Bueno, dos descartadas, entonces sólo quedaba una. Hacia allá me dirigí y, una vez localizado el lugar, esperé a las 4:30.
Las 4:30: Toqué y, esperando respuesta por el interfón, me sorprendió una voz que claramente no venía del curioso aparatillo que no tengo en mi casa.
"Hola! ¿Eres Sergio?" "Hola, buenas tardes, sí soy Sergio" "Ahorita bajo."La voz tenía a su origen asomado por la ventana del segundo piso. ¡Qué susto! Abrió la puerta y, tras las presentaciones, me guió hacia el segundo piso de lo que alguna vez había sido la típica casa de la clase media mexicana, ahora inexistente. Lo primero que noté con gran agrado en mi corazón, es que mi interlocutor no llevaba corbata ni saco! ¡Eso me gusta! La empresa: Un cuarto con 3 computadoras. Los empresarios: 2. Recité mi ridículum y expliqué en todos los proyectos en los cuales he estado involucrado, después me dijeron qué hace la empresa. Realmente el tamaño de la oficina no representa la envergadura de la empresa, así es esto del software: con una compu haces magia! Me dijeron que soy el primer entrevistado y, después de una amena plática, me dijeron que el viernes me avisan. El sueldo no es despreciable para ser un trabajo de medio tiempo y de estudiante.
Y así emprendí el regreso al ITAM por la misma ruta. Sólo que al chofer del Metro se le ocurió parar en una estación 5 min., cuya consecuencia fue que llegando a Barranca, tuviera que correr del vagón al camioncito para llegar justo antes de que arrancara. Viendo estrellitas, mareado y con sed, regresé a mi Alma Mater II (la I es el Alemán).
Y así termina este largo, laaargo, largo, laaargo, largo relato.
Serge
3 comentarios:
Serge: Asi que ya conociste WAT? wow, yo soy muy amiga del Güero, osea Alberto Galindo Fraga y con Felipe Caudillo me llevo bien, de hecho conozco a algunos de sus hermanos. Pues ojalá y te den trabajo ahi, son muy buenos los dos; de haber sabido que ibas, te hubiera acompañado o llevado y por ahi saludaba al buen Alberto.
Popsy
De haber sabido! Me cayeron muy bien! A ver qué pasa...
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